El proyecto
reeleccionista de Villarán junta a tendencias opuestas que se hacen de la vista
gorda ante la corrupción de algunos de sus socios.
Juan Carlos
Lázaro | Opinión | Lima, 4 de junio del 2014
Tras una desastrosa
gestión edil, a la cual solo sus minúsculas huestes le reconocen virtudes y
aciertos, la actual alcaldesa de Lima mueve sus fichas en vista a la reelección
municipal, juntando para el caso a izquierdas y derechas.
Con ella Lima ha vuelto
a ser ese espacio negro del comercio ambulatorio sucio y depredador, más
insegura que nunca, y cuyo centro histórico (que empezaba a recuperarse
notablemente a partir de la gestión de Alberto Andrade en los años 90)
languidece como testimonio de la ignorancia y la ineficiencia en gestión edil.
Gran parte del tiempo
de Villarán en el municipio lo desperdició en desmontar muchas de las obras del
alcalde anterior, hasta convertirlas en factorías inútiles y casi abandonadas
como los tan necesarios hospitales de la solidaridad.
Pero los seguidores de
Villarán suelen decir que nadie como ella enfrentó a las mafias del transporte
que congestionan Lima. ¿Será cierto? El hecho es que Lima, en este ámbito,
sigue tan caótica como antes, con más accidentes vehiculares, y con
transportistas que siguen haciendo de las suyas, impunemente.
Si en algo ha cambiado en
la última década el transporte de pasajeros, a favor de sus usuarios, ha sido por
la puesta en marcha de dos obras de primera importancia: el Tren Eléctrico y el
servicio de ómnibus denominado Metropolitano. Ninguna de las dos le debe nada a
la alcaldesa.
Para la mayoría de los
casi 10 millones de vecinos de Lima, ya sean de sectores acomodados, medios o
periféricos, la imagen de Villarán es negativa. Las encuestas de opinión entre
los habitantes de la capital la desaprueban con algo más del 80%.
Villarán lidera una
minúscula agrupación de seudoizquierda denominada paradójicamente Fuerza Social,
la cual carece de reconocimiento legal por falta de respaldo popular. La secundan,
en su afán reeleccionista, otras agrupaciones del mismo signo que la suya, sin
reconocimiento, excepto una surgida en el campo: Tierra y Dignidad.
Tierra y Dignidad, en
actitud moral que la enaltece, discrepa del propósito de Villarán y de parte de
sus seguidores de formar alianza con el derechista Perú Posible, liderado por
el ex presidente Alejandro Toledo, a quien se sigue proceso por un escandaloso caso
de supuesto lavado de activos y de asociación ilícita para delinquir.
Pero tras bastidores,
el proyecto reeleccionista de Villarán también tendría el respaldo de poderosas
firmas constructoras transnacionales, contratadas por el municipio para la ejecución
de una obra faraónica de dudosa utilidad, que busca extender sus beneficios más
allá de este 2014.
¿Podrá esta desnaturalizada
coalición de izquierda y derecha torcer la actual tendencia de rechazo
a la gestión de Villarán de la mayoría del pueblo de Lima?
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